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jueves, 13 de agosto de 2015

OLVIDATE DEL YO, SIRVE, AMA, APRENDE, COMPARTE Y SE FELIZ!!!

 

"EL verdadero amor no es un juego para los frágiles de corazón ni para los débiles; nace de la fortaleza y la comprensión"  (Meher Baba)

Servir a los otros nos aporta dos gratificaciones, por una parte aliviamos el sufrimiento de los demás, y por otra, nos liberamos a nosotros mismos.

No siempre es agradable y placentero, algunas veces es exigente y repugnante para los sentidos.

Para servir debemos estar dispuestos a alcanzar lo inalcanzable, soportar lo insoportable, amar lo repulsivo y sólo entonces, podremos comprender el verdadero significado del servicio sin egoísmo.

Cuando aprendemos a servir verdaderamente las discusiones, conflictos y esfuerzos desaparecerán de nuestras vidas.

Pensar en los demás nos aportará libertad y gozo más allá de lo imaginable.

Las discusiones surgen cuando dos personas intentan ganar egoístamente; es como estar en "tira y afloja, todas las palabras que utiliza se pueden reducir a una: "YO", y a su opuesto "No YO.

Llega un momento que ambos bandos se retiran en doloroso aislamiento, a menos que uno de ellos esté dispuesto a ceder un poco y darle al otro.

Con demasiada frecuencia quiero que la otra persona considere mis necesidades antes que yo considere las suyas, pero he descubierto que la manera más rápida de resolver un conflicto es mostrarle al "oponente" que soy consciente de su punto de vista.

En el momento que la otra persona percibe reconocimiento, su ira desaparecerá y será posible llegar a una solución.

Cuando el "escúchame" se convierte en un "estoy dispuesto a escucharte, la paz sustituye la discordia.


Una de las formas de servicio más elevada que desde mí punto de vista que se puede practicar, es ver la Luz de Dios en todo ser humano sin que importen las circunstancias externas o las apariencias, es un profundo acto de amor, al reconocer lo sagrado que hay en su interior servimos a esa persona, aún cuando el mundo se empeñe en reconocerlo de otra manera.

Todos los actos de caridad o entrega son valiosos porque reconocen la verdadera dignidad de aquéllos hacia los que va dirigida la acción.

Lo importante en este acto es ver al otro como mi igual.

Tampoco ponerme en un lugar "santo o sagrado" por encima de la otra persona funciona, debido a que la piedad o la lástima no son buenas razones para ser caritativos, porque únicamente refuerzan las ligaduras entre el dador y el que recibe.

La verdadera caridad no se encuentra en dar, sino en compartir.

Aquel que da permanece incompleto como dador, en cambio el que comparte está completo.

El que ha despertado su conciencia debe levantarse de su asiento para compartir lo que ha visto en su interior, el discípulo de la verdad debe enseñar lo que ha aprendido y servir en consecuencia.

El amante de Dios debe amarlo en sus semejantes.

La sabiduría para mí carece de significado a menos que se viva, y el amor es infructuoso a menos que se entregue.

Hay algo que gusta mucho y es la parábola de la semilla, que nunca sabemos en que tierra cae, pero que bonito es ir regando semillas de amor y devoción por el mundo, es un acto de amor y de renuncia al "YO". La humildad te acerca más a Dios.

Fuente: http://lareconexionmexico.ning.com/profiles/blog/show?id=5130730%3ABlogPost%3A5419&xgs=1&xg_source=msg_share_post

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