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viernes, 5 de diciembre de 2014

Dietrich Bonhoeffer, acertadamente escribió: "La Iglesia permanecía muda, cuando tenía que haber gritado... La Iglesia reconoce haber sido testigo del abuso de la violencia brutal, del sufrimiento físico y psíquico de un sin fin de inocentes, . . .

 

Viborianus

Victoriano Robles Cruz

¿Nos faltan 43?

No nos faltan 43. Nos faltan muchos más. Nos faltan y nos hacen falta ciudadanos, feligreses e incluso ministros de las Asambleas de Dios que la violencia antropófaga nos arrebató y mató o permanecen en calidad de desaparecidos. El hartazgo por la impunidad, la procuración de la justicia a modo, la náusea por la corrupción, el fastidio por el mal gobierno, la zozobra por la delincuencia, no son superlativos ni mucho menos... ni podemos ni debemos perder la capacidad de asombro y de protesta.

Tampoco ir al extremo del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, quien acertadamente escribió: "La Iglesia permanecía muda, cuando tenía que haber gritado... La Iglesia reconoce haber sido testigo del abuso de la violencia brutal, del sufrimiento físico y psíquico de un sin fin de inocentes, de la opresión, el odio y el homicidio, sin haber alzado su voz por ellos, sin haber encontrado los medios de acudir en su ayuda. Es culpable de las vidas de los hermanos más débiles e indefensos de Jesucristo". Pero Dietrich decidió hacer algo más y terminó siendo ajusticiado por la Alemania nazi por complotar contra Hitler.

Por cierto, este tirano pretendió maniatar a la cristiandad arguyendo con la Biblia que él era autoridad y que por lo tanto había sido establecido por Dios y debía ser obedecido y seguido por los cristianos. Espero, no ser mal entendido, pero no creo que alguno de los cinco millones de niños, mujeres y hombres que masacró haya siquiera pensado en orar por él.

Es que no conviene ni el simplismo literalista ni las pretensiones justicieras. El ardor en la oración es conveniente, pertinente y bienaventurado. Nada opaque ni apoque nuestra hambre y sed de justicia, en el contexto de la resistencia pacífica, que entiende la obediencia civil pero que no desestima la prioridad de obedecer a Dios antes que a los hombres. Él nos pide no sólo orar por los encarcelados, sino asistir a los necesitados y proteger a los desvalidos.

En tiempos de Eclesiastés 4:1 se dijo: "Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí­ las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no habrá consolador". Es una frase que lapida la expresión final, pero hoy, a la Iglesia se le ha entregado el ministerio de la consolación hacia los sufrientes, sin omitir la denuncia del pecado y la maldad donde se encuentren y quienes la cometan. Encumbrados o no, el pecado no es circunstancial ni su denuncia. Natán lo denunció. El Bautista también lo hizo. En su momento, todos y cada uno de los que nos antecedieron, lo hicieron.

Rehusando a la manipulación hitleriana, que pretende la obediencia ciega, al silencio de la complicidad, que quisiera pasar de largo frente a los malogrados; al anhelo justiciero que toma en sus manos la justicia, luchemos con el poder y la sabiduría de la gracia en contra del encrespamiento de las olas del mal, contra el oscurecimiento de los grandes abismos del cielo y contra la agitación del profundo sepulcro del mar, sabiendo que al final del día oiremos la prístina y poderosa voz del que hará acallar la voz del mal y de los malos con su autoridad: "Calla, enmudece..." Amén.

Está largo. Lo escribí en mi FB. Lo comparto para los que no lo tienen.

PD.- Llego esta madrugada, procede del Pbro. Guillermo Rodríguez Herrera, por ser una valiente voz y su cualidad, les comparto el oportuno mensaje. 5/12/2014 - 00:08 horas. ¡Agradecemos el envío, disfrútelo!

PD.- La Iglesia no puede callar. Independientemente de su distintivo, la verdad no puede ser nunca encadenada, es el mejor homenaje a la dignidad del hombre y a sus valores eternos.  

viborianus@gmail.com  Twitter:@viborianus   www.viborianus.com