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miércoles, 9 de septiembre de 2015

SOY TU TIROIDES. Autora: Dra. Rosa F. Wainstein de Cassin

Publicado por MAYA el septiembre 9, 2015 a las 2:34pm

Soy tu tiroides
No es fácil pensar que una glándula cuyo peso no excede el de 4 sobrecitos con azúcar (alrededor de 25 gramos), sea capaz de decidir si su dueño irá a dormir o a bailar o simplemente a pelear con quien se acerque.
La vida tiene su encanto. Hay que saber disfrutarla y para ello hay que estar en condiciones de hacerlo. No es fácil pensar que una glándula cuyo peso no excede el de 4 sobrecitos con azúcar (alrededor de 25 gramos), sea capaz de decidir si su dueño irá a dormir o a bailar o simplemente a pelear con quien se acerque.
Quien tiene ese poder es la traviesa tiroides: yo soy tu tiroides y no seré modesta, pero no puedo dejar de admitir que soy muy inteligente, ya que desde mi casi desapercibida ubicación en el cuello, puedo hacerte gozar o padecer de un montón de cosas. Imaginate una noche de baile y frenesí, de placer y gratas compañías y a vos con un calor agobiante, que te hace transpirar, latir a mil el corazón y "destrozar tus nervios".... Y qué te parece si un día de 35º a la sombra, alguien prende el bienvenido aire acondicionado (bueno, puede ser sólo un ventilador de techo) y vos tenés que salir corriendo a buscar un abrigo (que siempre llevás en la cartera o en el portafolio), porque el frío te hace temblar, las manos se te ponen oscuras y sentís que tan sólo una frazada tal vez podría ayudarte.
Seré una glándula inteligente, pero no por éso dejo de tener mis berrinches y éso hace que un día, un buen, o mal día, empiece a funcionar mucho o poco, a crecer hasta formar un bocio, a desordenar mis células y formar unos odiosos bultitos llamados nódulos, a cambiar todo. Pero todo, todo, desde la cantidad de glóbulos rojos hasta el valor del colesterol, desde producir diarrea hasta la constipación más rebelde, desde el engorde hasta el adelgazamiento de 10 kilos en un mes, desde la caída del pelo y la piel reseca hasta la transpiración constante, desde la palpitación "que parece que el corazón se me sale del pecho" hasta el pulso y la presión tan bajas que casi no se pueden medir, desde el "me duermo todo" hasta el "no pego un ojo en toda la noche"....Y el ánimo, qué ánimo!, desde la apatía total (incluyendo las pocas ganas de disfrutar las noches en privado) hasta la irritabilidad constante.
Seré traviesa, pero no desordenada. Todo ese descalabro lo hago con cierto orden: nada se asocia con algo que no debe. Si te hago tener frío, por ejemplo, te haré tener sueño. Así siempre.
Frío mas sueño más...
Cuando la glándula tiroides, o sea yo, no funciono, puede ocurrir que no pueda hacerlo porque me falte iodo para fabricar las hormonas que debo, o porque quien habitualmente me estimula para funcionar (la glándula hipófisis con su hormona TSH), tiene algún desperfecto y deja de hacerlo o bien porque se formen unas sustancias a destiempo (los anticuerpos), que me desconocen y me atacan como si yo fuera transplantada. Sea cual fuere la causa, mi comportamiento se altera.
Supongamos que dejo de funcionar, no del todo, por supuesto, pero sí que empiezo a tener días de ocio en que no quiero trabajar, días en que me pongo celosa de otros órganos porque creo que al ser más conocidos reciben más honores que yo, pero que sé que se pondrían rojos de vergüenza si a mí me estudiaran mejor.
Cuando mi funcionamiento no está a la altura de las circunstancias, el médico hace el diagnóstico de HIPOTIROIDISMO como si de mí pudiera decirse lo que se quiera. Para ello, bastará con un buen interrogatorio (tranquilo, pero interrogatorio al fin), un examen clínico, un análisis de sangre y si aún sigo mostrando la hilacha pero no termino de dar la "prueba de amor", justamente una prueba de laboratorio lo confirmará (son necesarios dos pinchacitos y 25 minutos para decir sí o no al diagnóstico).
¿Qué se podrá obtener con el interrogatorio en un caso de hipotiroidismo?: conocer algunos de los síntomas, ya que no hace falta que estén todos, pero sí que sean suficientes como para justificar los estudios (es decir que aunque aún no me puedan declarar culpable, les de sobradas sospechas para seguir la investigación). Las asociaciones más frecuente son:
  • aumento de peso con somnolencia y depresión, cansancio.
  • aumento de peso con caída de cabello, seborrea de cuero cabelludo y dorso, y sequedad de la piel de brazos y piernas (parecen descamar en los ca
  • aumento de peso con constipación, piel seca y uñas frágiles, cambios en el tono de la voz.
  • sos más severos) y en especial de codos y talones con la consiguiente rotura de medias...
  • cansancio, caída de cabello y a veces de pelos de cejas y pestañas, hinchazón de cara y manos, especialmente a la mañana.
  • calambres, cansancio, depresión, pérdida de memoria, dificultad para estudiar o para recordar el último chimento que se pensaba contar a la cuñada.
Luego, el examen clínico mostrará piel fría, muchas veces infiltrada (con un edema o mixedema blando por debajo), uñas que descaman por capas, pulso lento (bradicardia), presión arterial bajísima (hipotensión arterial). Al palpar el cuello podrán tocarme fácilmente, porque soy una glándula muy fácil.... muy fácil de palpar y puedo tener tamaño normal o aumentado (bocio difuso), ser lisa o "empedrada" si tengo una inflamación (tiroiditis) o tener esas formaciones pequeñas (o a veces increíblemente grandes), una o varias, que son los nódulos (bocio nodular).
El laboratorio me condenará al hipotiroidismo: además de las alteraciones hormonales, habrá anemia, colesterol total alto y el colesterol bueno o HDL, bajo.
Calor mas palpitaciones mas...
Cuando se me ha dado por trabajar a destajo, con todo, la enfermedad se llamará HIPERTIROIDISMO. Los síntomas serán algunos de los siguientes, siendo sus combinaciones más frecuentes:
  • pérdida de peso con gran nerviosismo, insomnio y temblor.
  • irritabilidad, insomnio, palpitaciones, calor.
  • transpiración profusa, temblor, palpitaciones, mirada fija, ojos que no toleran la luz ni el sol.
  • pérdida de peso, sed, diarrea, hambre, "ojos saltones", aumento del tamaño del cuello (no tolero ni collares ni poleras ni corbatas...)
Los estudios serán los mismos, más algunos que, también sencillos, informarán sobre mis medidas, tipo de tejido glandular, si tengo nódulos, etc. Fundamentalmente podrán estudiarme con una captación de iodo radiactivo, nombre preocupante si lo hay, pero que en las condiciones adecuadas no representa ningún riesgo. No implica ninguna molestia y dará buena información. Junto a ello, los médicos suelen pedir otro estudio: el centellograma tiroideo, un verdadero mapa de mi región. Una forma también indolora y sencilla de conocer cuánto mido, cuál es la calidad de mi tejido, si tengo o no nódulos, sus características y tamaño, es la ecografía tiroidea.
Afortunadamente cada vez hay métodos más sencillos y accesibles para que no me dejen vivir en paz...aunque prefiero un buen diagnóstico y un buen tratamiento: éste por lo general es sencillo y económico. Los nódulos podrán requerir una biopsia, me pincharán pero por fuera, a través de la piel del cuello, sin tubos ni sondas y en muy pocos casos la cirugía deberá resolver las cosas. Y pensaré:"y bueno, si con eso podré seguir disfrutando de la vida, que me operen nomás...".
Algo que no les perdonaría es que no diagnostiquen mis enfermedades a tiempo cuando de un recién nacido se trata. Habrán oído por ahí que "una gota de sangre evitará un mar de lágrimas" y eso lo dice todo: cuando nace un chiquito, hoy una ley lo exige, deberá obtenerse una gota de sangre del talón y en ella investigar dos enfermedades: el "HIPOTIROIDISMO CONGENITO" y la "fenilcetonuria". Su tratamiento precoz, desde poco después del nacimiento, asegurará que el bebé tenga un desarrollo físico e intelectual normal. A no dudarlo.
¿Así que 25 gramos decidirán por mí si la noche será de pelea, de sueño o de placer?: creo que llegó la hora de consultar para demostrar quién manda acá...
PUBLICADO POR MARIA ANGÉLICA SASSONE


domingo, 6 de septiembre de 2015

EL BUEN HÁBITO DE LA SIESTA EXPRESS. Juan-M Dupuis

Publicado por MAYA el 4 de septiembre, 2015.
E
ENVIADO POR KAREN

Dormir es un período de actividad del mismo nivel que estar despierto. Lo único que cambia son las percepciones sensoriales, que al dormir se reducen. El cuerpo continúa con su actividad, aunque de diferente manera: se esfuerza por realizar varias tareas para recuperarse de todo el día, garantizar su mantenimiento y prepararse para el día siguiente.

De ninguna manera podemos privar al cuerpo de esta actividad de recuperación, conservación y preparación, sin la cual se resentirían tanto nuestra salud como la calidad de nuestra "primera vida", esa en la que nos encontramos despiertos y conscientes.

Las fases del sueño
Dormimos en ciclos de 90 a 120 minutos. Una noche de descanso está compuesta por entre tres y seis ciclos, y cada uno de ellos tiene cinco fases:

El adormecimiento. A la hora a la que solemos dormirnos, nuestro cerebro segrega las hormonas que provocan bostezos y somnolencia; es el momento en el que resulta más fácil quedarse dormido. A medida que el sueño nos va invadiendo, los músculos se relajan, nuestro estado de alerta disminuye y el pulso y la respiración se ralentizan. Duración: de 3 a 12 minutos.

El sueño ligero. Nos hemos quedado dormidos, pero cualquier estímulo exterior (un ruido o el contacto físico) puede despertarnos. Duración: de 10 a 20 minutos.

El sueño lento ligero. Los signos vitales se ralentizan y se hacen más regulares. La actividad muscular es prácticamente imperceptible. Todavía escuchamos ruidos exteriores, pero ya no nos despiertan. Duración: 10 minutos.

El sueño lento profundo. Ocupa la mayor parte de nuestro descanso. La temperatura disminuye y los signos vitales son completamente regulares. El cuerpo y el cerebro se encuentran en reposo. Duración: de 15 a 20 minutos.

El sueño paradójico: la actividad eléctrica de los ojos y el cerebro gana en intensidad. La mente está despierta, pero no percibe el entorno. El pulso y la respiración son irregulares. El consumo de aire y glucosa es tan alto como cuando se está despierto.

El ritmo de las ondas eléctricas del cerebro durante el sueño paradójico es similar al de cuando estamos despiertos. Aunque el cuerpo se encuentre inerte y la persona dormida, el cerebro está muy activo. Por eso a esta fase se la denomina sueño paradójico. Ocupa el 20% del primer ciclo y, a medida que la noche avanza, es cada vez más larga. Dura entre 15 y 20 minutos y equivale al 25% de nuestro descanso total.

Por qué hay que dormir

Dormir permite estimular las defensas inmunitarias, la gestión del potencial energético, el crecimiento, la regulación de la temperatura y la presión arterial, el descenso del estrés y la tensión, la conservación de la memoria, el aprendizaje, la producción hormonal y la división celular.

En concreto, el sueño lento (tanto el ligero como el profundo) permite al cuerpo recargar sus reservas de energía para el día siguiente y recuperarse físicamente, y hace que los órganos y tejidos dañados por los esfuerzos se regeneren. Durante la fase de sueño lento profundo tiene lugar la división celular y la producción de la hormona del crecimiento, que hace crecer a los niños y que en los adultos tiene un efecto "rejuvenecedor".

El sueño paradójico es el momento de la noche consagrado a los sueños. Permite recuperarse de la tensión nerviosa, ordenar los recuerdos de la jornada, grabar la información y olvidar aquello que nos resulta inútil.

Aunque durante el sueño paradójico se produzca una gran actividad cerebral acompañada por un gran consumo de energía, este tipo de sueño es fundamental para la mente. De hecho, a diferencia del sueño lento, que resulta reparador desde el punto de vista físico, el sueño paradójico lo es desde el punto de vista mental.

Los síntomas de la falta de sueño
Afirmar que una noche de descanso tiene que durar un número concreto de horas y que esa cifra es válida para todo el mundo es un disparate.

Cuando nuestras noches son demasiado cortas, aparecen una serie de síntomas:
Bostezos. Una inspiración larga, una breve apnea, a continuación una espiración corta, seguida a veces de lagrimeo o estiramientos… todo ello permite estimular la vigilancia y proporciona una corta sensación de bienestar, a pesar del cansancio.

Ojeras. Aumenta la cantidad de sangre en el contorno de los ojos, donde la piel es extremadamente fina, produciendo un color oscuro. La transparencia de la piel depende de cada persona, lo que explica que a algunas personas se les noten más que a otras las ojeras.

Necesidad de excitantes. Cuanto más tiempo estamos despiertos, más adenosina -la hormona del cansancio- acumulamos. Este neurotransmisor se fija sobre los receptores del sistema nervioso y nos avisa de que necesitamos descansar. Los excitantes como el café no eliminan la fatiga, se conforman con esconderla, impidiendo a la adenosina que se fije sobre los receptores. El estado de vigilancia se ve temporalmente reforzado, pero eso no disminuye la necesidad de dormir.
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Una solución ante una noche de poco descanso
La siesta es imprescindible para aquellos que se deben conformar con un tiempo de descanso nocturno menor del que necesitarían, tanto por motivos profesionales o escolares como por cualquier otra razón (haber prolongado una salida nocturna, haberse quedado viendo la tele hasta más tarde de lo que se pensaba...). La siesta les permite entonces saldar su "deuda de sueño".

Pero no sólo en caso de déficit de sueño resulta beneficiosa la siesta, sino que lo es para todo el mundo. La somnolencia que experimentamos después de comer no se debe a la digestión (aunque una comida copiosa pueda acentuar el efecto), sino a una necesidad del cuerpo, que reclama un poco de descanso. Nuestro ritmo de vida se divide entre períodos de actividad y períodos de relajación y hay que saber cómo alternarlos.

¿Siesta "exprés" o siesta "a cuerpo de rey"?
La siesta exprés dura entre 10 y 20 minutos. Es demasiado corta como para que caigamos en un sueño profundo, permite que nos relajemos y también que nos despertemos a una hora fijada por nosotros mismos.

Por el contrario, la siesta a cuerpo de rey (de una hora o más) se consigue dejando que nos despertemos de manera natural. Tras esa siesta, al salir del sueño paradójico o del sueño profundo, la mente está confusa y tiene una sensación desagradable que tarda en desaparecer. Cuando se encuentre en esa situación, algunos ejercicios de gimnasia le servirán para despejar la mente.

Las siestas exprés no sólo son buenas cuando necesita un pequeño sueño reparador tras una noche en la que no ha dormido lo necesario. Por el contrario, son beneficiosas todos los días. Como en toda disciplina, sólo se puede llegar a dominarla con entrenamiento. Al despertarse, se encontrará más descansado, más alerta, más dispuesto y menos tenso.

La siesta a cuerpo de rey quedaría entonces reservada para algunos casos concretos:
ü  Niños.
ü  Trabajadores en turnos de noche; es obligatorio desayunar y descansar desde que se deja de trabajar y en las mejores condiciones posibles (es decir, sin riesgo de sufrir interrupciones).
ü  Antes de una noche en la que se prevé que no se va a descansar lo suficiente. Se trataría de dormir después de mediodía anticipándose a un trabajo de noche o a una salida nocturna.
ü  Cuando ha dormido mal, le resultará muy fácil echarse la siesta. Si se encuentra verdaderamente cansado, podrá hacerlo prácticamente en cualquier sitio. Yo mismo, que tengo de siempre un sueño ligero, suelo dormir la siesta muy a menudo. Y mientras que para poder pasar una buena noche necesito unas condiciones especiales (oscuridad, silencio, calidad del colchón, temperatura moderada, etc.), después de comer me resulta muy sencillo echarme una siesta exprés de 5 a 10 minutos.

Aunque prefiero con diferencia estar tumbado en un sofá para la siesta exprés, puedo conciliar el sueño casi en cualquier sitio si no queda otro remedio. Me acuesto boca arriba, me aíslo un poco (tapándome los ojos con lo que sea), respiro profundamente varias veces… y caigo dormido en segundos.

Su efecto es extraordinariamente beneficioso. Esos pocos minutos me sirven para ganar más horas (sí, horas) de trabajo productivo al final del día. Y por la noche, me permiten escribir el siguiente Tener S@lud.

¡A su salud!

Juan-M Dupuis