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lunes, 21 de julio de 2014

Quien lanza una mentira, independientemente del motivo, debe estar preparado con otras veinte mentiras para darle sostenimiento a la primera, seguir inventando mentiras para la justificación de la primera.

Compartimos una aportación mas de:

Viborianus

Victoriano Robles Cruz

 

Mentira política

 

"Quien tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él." Miguel de Unamuno. Desconocemos cuando la registró Don miguel, pero si recuerdo a mi padre pronunciarla, como el acicate para la confianza en los quehaceres, en el cumplimiento de las obligaciones, a la hora de salida de casa para ir a enfrentar los exámenes escolares. Para todas las acciones en la vida debemos tener la seguridad en nosotros, ayuda para tener éxito.

Podemos tener confianza en aquellos individuos que, aún no nos han traicionado, también sabemos…en la medida de sus engaños y traiciones vamos conformando el perfil de las personas, pero la confianza en sí mismo es invulnerable, es creciente, inmune; nadie la puede alterar, además es el principal elemento para el éxito, pues quien tiene esa confianza propia no envidia a nadie. No le interesan las opiniones de los demás, para él o contra sus amistades, bastará la comprobación y no el chisme para una evidente confirmación.

¿Por qué el ser humano se autoengaña? Pretender engañar a los demás ¿será como consecuencia de algún mecanismo de autodefensa? Pudiera ser también como una acción de sobrevivencia. Desde luego, quien lanza una mentira, independientemente del motivo, debe estar preparado con otras veinte mentiras para darle sostenimiento a la primera, seguir inventando mentiras para la justificación de la primera. Una mentira nos haría viajar a tremendas distancias, a lejanías inalcanzables; igual sucedería para el retorno, ¿cómo retornar?

Algunos profesionales de la psicología estiman el recurrir a la mentira como un mecanismo de recuperar la autoestima, la asocian a esta pérdida. Miente quien siente amenazada su autoestima, sus valores formales y sociales, quienes quieren dar una impresión diferente de sí mismos, quienes quieren hacer sentir mejor a su compañero; claro, las razones para las mentiras son diferentes, pero sí guardan proporciones similares.

Quien miente, siempre viene cargado de promesas y juramentos y el (o su) camino está marcado, todos sabemos hacía donde va; siempre significará un camino seguro hacia el fin, el ocaso. Otto von Bismark (1815-1898), aquel ejemplar político alemán, nos dejó de herencia esta expresión, muy oportuna tráela en esta columnilla: "Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería".

La mentira es la ofensa más directa contra la verdad. Mentir es hablar u obrar contra la verdad, para inducir a error, al que tiene el derecho de conocerla. Lesiona así la relación del hombre con la verdad y con el prójimo, la mentira ofende el vínculo fundamental del hombre y de su palabra. La intención deliberada de inducir al prójimo, al error, mediante palabras contrarias a la verdad constituye una falta contra la justicia y la caridad. La culpabilidad es mayor cuando la intención de engañar corre el riesgo de tener consecuencias funestas para los que son desviados de la verdad.

La mentira, por ser una violación de la virtud de veracidad, es una verdadera violencia hecha hacia los demás. Atenta contra ellos en su capacidad de conocer, que es, la condición de todo juicio y de toda decisión. Pensamos… no hay peor violencia que la de mentir. ¿Quién engaña a Eva?, -si la tipificamos como la primera mentira universal- el representante del mal. "Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira" (Juan 8:44).

La simbiosis entre violencia y mentira es una de las ideas más vigorosas de Alexander Solzhenitsyn (1). En su discurso preparado para la recepción del Premio Nobel de Literatura, nunca leído oficialmente y publicado en agosto de 1972, Solzhenitsyn, escribía unas palabras llenas de actualidad: "No olvidemos que la violencia no existe ni puede existir por sí sola: está infaliblemente entrelazada con la mentira. Unen a ambos los lazos familiares y más profundamente naturales: la violencia no puede encubrirse con nada, salvo con la mentira; y el único sostén de la mentira es la violencia. Todo aquél que una sola vez ha proclamado como método la violencia, inexorablemente deberá elegir como principio la mentira".

¿Podría haber dignidad en el trabajo político? El ejercicio y el mantenimiento del poder requiere la mentira, y ésta no es sino una forma de artificio necesario del poder. ¿No será más bien necesario la oposición dicotómica verdad/mentira un factor de regulación del discurso y la vida pública? Somos testigos de la cotidiana mentira de los políticos, un ejemplo de ello lo tenemos a diario, ahora, con la supuesta discusión en el Senado y similares sucesos con los Diputados, con la permitida llegada de Dictámenes prefabricados, desde la presidencia, sin el sonrojo de la división de los poderes, o como acusa el senador Manuel Bartlett: "equivale realmente a una dictadura", en la que el Ejecutivo domina al Congreso.

PD.- Advertimos las precampañas acarrean mentiras, falsas promesas y juramentos. ¡Mucho ojo! Era el slogan para advertir a los niños de los abusos de los perversos adultos.

PD.- La catacresis es nuestra segunda naturaleza y es de ella de donde la mentira política extrae su fuerza encubridora y hostil. Su arte es el de hacer olvidar, un arte de regresar sin haberse ido, de estar ahí y no dejarse ver...

viborianus@gmail.com   Twitter:@viborianus   www.viborianus.com

¿Estás con la pareja adecuada? La clave para tener éxito en la relación no es encontrar a la persona adecuada, sino aprender a amar a la persona que se encontró.

Hoy compartimos una aportación de nuestro amigo:

Viborianus

Victoriano Robles Cruz

Ahora, nos meteremos, por primera ocasión en un tema dialéctico, y quizá no muy objetivo, los afectos bien creemos son de confianza, de fe, o bien de aprendizaje; amar es un aprendizaje, no cualquiera aprende esos menesteres del arte de amar. No son aprendizajes fáciles, tampoco es un sentimiento cómodo, la capacidad de amar y su satisfacción sólo de logrará en la plenitud del individuo, principiando con amar al prójimo, con coraje, fe y disciplina, pero también con humildad, como sugiere Erich Fromm en El Arte de Amar. Leímos estos días este mensaje en Facebook y quisimos compartirlo para la reflexión del fin de semana:

Durante un seminario, una mujer preguntó: "¿Cómo puedo saber si estoy con la persona adecuada?" El autor entonces se dio cuenta de que había un hombre corpulento sentado a su lado por lo que dijo: "Depende. ¿Es tu pareja?" Con toda seriedad, ella respondió "¿Cómo lo sabes?" Voy a responder a esta pregunta porque las posibilidades son buenas, de que está pasando en su mente, respondió el autor.

Aquí está la respuesta.

Cada relación tiene un ciclo. Al principio, caes perdidamente enamorada. Te anticipas a sus llamadas, quieren estar en contacto, y gustan sus costumbres. Enamorarse no fue difícil. De hecho, fue una experiencia completamente natural y espontánea. No tuviste que hacer nada. Es por eso que se llama "perdidamente enamorados".

Enamorarse es una experiencia pasiva y espontánea. Pero después de unos meses o años de estar juntos, la euforia del amor se desvanece. Es un ciclo natural de todas las relaciones. Poco a poco, las llamadas telefónicas se convierten en una molestia (si es que las hay), el contacto no es siempre bienvenido (si es que lo hay), y las costumbres de su cónyuge, en vez de sentir lindo, te vuelven loc@. Los síntomas de esta etapa varía con cada relación, usted notará una gran diferencia entre la etapa inicial cuando estaban enamorados y una fase mucho más aburrida o con actitudes de enojo incluso.

En este punto, usted y/o su pareja pueden estarse preguntando, "¿Estoy con la persona correcta?" Y al reflexionar sobre la euforia del amor que una vez tuvieron, pudieran empezar a desear esta experiencia con alguien más. Aquí es cuando las relaciones truenan.

La clave para tener éxito en una relación no es encontrar a la persona adecuada, sino aprender a amar a la persona encontrada. La gente culpa a su pareja por su infelicidad y busca fuera lo que le hace falta. Las atenciones extra maritales vienen en todas las formas y tamaños.

La infidelidad es lo más común. Pero a veces la gente se envuelve en el trabajo, en un pasatiempo, en una amistad, televisión en exceso, o sustancias de abuso. Pero la respuesta a este dilema no está fuera de su relación. Se encuentra dentro de él. No estoy diciendo que no se podría enamorar de alguien más. Si podrías y temporalmente se sentiría mejor. Pero estaríamos en la misma situación unos años más tarde.

Debido a que (escucha con atención a esto): La clave para tener éxito en la relación no es encontrar a la persona adecuada, sino aprender a amar a la persona que se encontró.

MANTENER el amor no es una experiencia pasiva o espontánea. Usted tiene que trabajar en ello día tras día. Se necesita tiempo, esfuerzo y energía. Y lo más importante, exige SABIDURÍA. Usted tiene que saber Qué hacer para que funcione. No nos equivoquemos al respecto.

El amor no es un misterio. Hay cosas que usted puede hacer (con o sin su pareja), Así como hay leyes físicas del universo (como la gravedad), también hay leyes para las relaciones. Si usted sabe cómo aplicar estas leyes, los resultados son predecibles. El amor es por lo tanto una "decisión". No es sólo un sentimiento.

Recuerda esto siempre: Dios determina quién entra en tu vida. Depende de ti ¿quién quieres que camine a tu lado, a quién permites que se quede, y a quién quieres dejar ir?

Aquí os dejo un cuento que ilustra todo esto  del libro de José María Doria. Cuentos para aprender a aprender:

LA PAREJA PERFECTA

Érase una vez, una muchacha de nombre Nadia cuya belleza atraía a todos los hombres que la conocían, sin embargo y aún a pesar de ello, se encontraba turbada y sola. Sucedía que Nadia tras los primeras alegrías del encuentro con sus encantadoras parejas, no tardaba en encontrarles defectos tan evidentes que decidía postergar la propia entrega definitiva que ella ansiaba. Y así pasaba el tiempo en el que Nadia, por una u otra razón, no lograba satisfacer su deseo más ferviente: crear una familia feliz y disfrutar de ella.

Tanto sus padres como sus propias amistades, habían celebrado grandes festejos para apoyar su amor con algunos pretendientes, pero ella, al poco tiempo de tratarlos, sentía como su amor se marchitaba para seguir anhelando su ideal de pareja perfecta.

Algunas personas le decían que ello no dependía tanto de las cualidades de sus parejas, sino que el problema estaba en ella. Sin embargo, Nadia no podía creerlo, ya que los defectos que acababa viendo en sus consecutivos compañeros eran tan evidentes que cualquier paso adelante significaría forzar demasiado las cosas.

Un día, oyó hablar de un sabio que, según se decía, a todos conmovía por el consejo y lucidez que encerraban sus palabras. Aquella noche, Nadia, sin poder dormir, decidió acudir a su presencia e interpelar acerca de su propio problema. "Tal vez", -se decía-, "me pondrá en el camino de ese hombre ideal con el que sueño".

A la mañana siguiente, llegó hasta él y tras exponerle su mala suerte, le dijo: "Necesito encontrar la pareja perfecta, se dice que vuestras palabras son sabias, y yo tras muchos intentos frustrados, anhelo una solución ¿qué podéis decirme? Supongo que una persona de vuestra fama y cultura, sin duda habrá encontrado la pareja perfecta".

Aquel anciano, mirando con un brillo intenso en sus ojos, le dijo. "Bueno, te contaré mi historia: A decir verdad, pasé también mi juventud buscando a la mujer perfecta. En Egipto, a orillas del Nilo, encontré a una mujer bella e inteligente, con ojos verde jade, pero desgraciadamente pronto me di cuenta de que era muy inconstante y egoísta. A continuación, viví en Persia y allí conocí una mujer que tenía un alma buena y generosa, pero no teníamos aficiones en común. Y así, una mujer tras otra. Al principio de conocerlas me parecía haber logrado el "gran encuentro", pero pasado un tiempo, descubría que faltaba algo que mi alma anhelaba". "Entre una y otra, fueron transcurriendo los años, hasta que, de pronto, un día..." dijo el anciano haciendo una emocionada pausa, "La vi resplandeciente y bella. Allí estaba la mujer que yo había buscado durante toda mi vida... Era inteligente, atractiva, generosa y amable. Lo teníamos todo en común".

"Y, ¿Qué pasó? ¿Te casaste con ella?" replicó entusiasmada la joven.

"Bueno..." contestó el anciano, "es algo muy paradójico... La unión no pudo llevarse a cabo." "¿Por qué? ¿Por qué?", dijo incrédula la muchacha. "Porque al parecer", dijo el anciano con un gran brillo en sus ojos: "Ella buscaba la pareja perfecta".

PD.- Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve... Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor... Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas, nada sabe acerca de las uvas. Paracelso (1493-1541), alquimista, médico y astrólogo suizo.

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